Según una encuesta,
el 44,9% de los usuarios hogareños argentinos tuvo una intromisión en su
computadora. Los hackers apuntan al robo de identidad y usan las redes sociales
para obtener datos. Las víctimas crecieron el 17% en 2011
Si las mega corporaciones son vulnerables a los
ataques informáticos –y en los últimos meses hubo sobradas muestras de ello–,
también lo son los equipos informáticos hogareños. Según una encuesta realizada
por la empresa de seguridad informática Eset, en la Argentina en sólo un año
los ataques de malware (software maligno) a computadoras domésticas
crecieron un 17% : mientras que en 2010 el 38,4% de los usuarios
encuestados había sufrido algún tipo de intromisión, en 2011 fueron el 44,9%
los que afirmaron haber sido víctimas de un ataque informático.
La tendencia puesta en números por el estudio de
Eset es confirmada por otras firmas especializadas y también por
consultores independientes .
Jorge Mieres, experto de Kaspersky Lab, no tiene
dudas: existe una tendencia al crecimiento de los ataques informáticos a
usuarios particulares. “En gran medida las maniobras tendientes al robo de
información sensible centran sus esfuerzos en los usuarios hogareños debido a
que habitualmente ellos desconocen ciertas estrategias empleadas por los
atacantes”, dice Mieres. En este panorama, el experto destaca a las
redes sociales como “ventanas” por donde los delincuentes digitales pueden
obtener información de interés con relativa facilidad.
También Carlos Aramburu, de McAfee, coincide: cada
vez más programas maliciosos están dirigidas directamente a los usuarios
domésticos. “Los antivirus falsos, los programas de ejecución automática y los
troyanos (malware que se presenta como programa aparentemente legítimo e
inofensivo) son los modos de ataques que más han crecido en el último
trimestre. Y todos estos programas van en la misma dirección: robo de
datos e identidad ”, explica Aramburu. Y agrega que las amenazas
provenientes de sitios web también son, para los atacantes, una forma de “cazar
desprevenidos”.
Cristian Borghello, consultor independiente y
director del portal Segu-Info, dice que hay dos rubros en los que se nota un
incremento particularmente fuerte de ataques. Por un lado, el phishing, o sea,
laobtención de datos confidenciales mediante e-mails, SMS engañosos o sitios
falsificados para luego robar o estafar . Y por otro, el robo de
identidad, que consiste en usar el nombre de otro para fines varios: desde
abrir una cuenta en una red social para difamar hasta hacer compras en su
nombre.
De acuerdo a datos citados por Eset, las pérdidas
totales para los bancos latinoamericanos sólo por phishing durante el 2011
rondarían los 93 millones de dólares.
Como modo de enfrentar estos problemas, la senadora
María de los Angeles Higonet, junto al senador Carlos Alberto Verna, ambos del
Partido Justicialista de La Pampa, presentaron en septiembre un proyecto de Ley
para incorporar al Código Penal el castigo de un mes a dos años de prisión y
una multa de hasta 100.000 pesos a quien mediante cualquier forma de ardid o
engaño obtuviere o captare datos personales, financieros o confidenciales.
Claves para no caer en la trampa
Más allá de las cuestiones técnicas, los expertos
en seguridad informática señalan que una actitud precavida es el mejor punto de
partida para mantenerse a salvo de ataques informáticos. Así como no revelamos
datos privados a desconocidos en la calle, no debemos hacerlo en Internet.
Tener en cuenta que ninguna institución bancaria, tarjeta de crédito o compañía de telefonía celular pedirá datos sensibles como contraseñas o números de tarjetas de crédito a partir de links enviados en e-mails o mensajes de texto.
Ante la duda, haga una verificación offline: llame al banco o a la entidad que le esté pidiendo datos.
Tener en cuenta que ninguna institución bancaria, tarjeta de crédito o compañía de telefonía celular pedirá datos sensibles como contraseñas o números de tarjetas de crédito a partir de links enviados en e-mails o mensajes de texto.
Ante la duda, haga una verificación offline: llame al banco o a la entidad que le esté pidiendo datos.
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